sábado, 2 de marzo de 2013

SUZANNE.

Suzanne estaba en la parada del bus, que era a donde iba siempre desde hacía unos meses. Siempre le tocaba esperar...una hora, tal vez dos...Pero no le importaba demasiado, porque tenía un buen abrigo que le llegaba hasta los pies y bastante paciencia. En aquella parada estaba toda su vida, todos los días conocía a alguna persona con algo interesante que contar, aunque la mayoría de las veces no les escuchase demasiado. Y, claro, luego cuando te quería contar todas esas historias se hacía un lío y mezclaba todo. Paseaba despacio de un lado a otro, en una perfecta línea recta imaginaria y lo hacía de una manera tan elegante que más que andar o, incluso bailar, parecía que volaba. Después se sentaba en el banco de la marquesina y de nuevo sus ojos se sumergían en aquel desierto oscuro...las noches en París. Por supuesto ella no era de allí, y, de hecho, aquella ciudad se le hacía inmensa. Las panteras no suelen vivir en sociedad...Suzanne era como ellas, pero con unos ojos que sin duda alguna superaban en belleza a los de cualquier otro animal. Los cantantes, los poetas, y muchos otros hombres de artes se suelen fijar en los ojos verdes y a veces hablan también de algunos grises "aperlados"...Yo, que ni soy poeta ni compositor ni mucho menos un artista, yo, que sólo paseo por caminos estrechos y oscuros siguiendo las confidencias  que las estrellas dejan a mi paso...hablo de ojos ciegos, caleidoscópicos, eternos e invisibles. Un Aleph en cada uno, un mundo que nadie quiere conocer. Tan cargados de ira, odio, lujuria,...miradas prohibidas en el Paraíso. Aquella chica apenas era real si no seguías su mirada siempre hacia el horizonte...tan borroso en días de calor. No tenía nada más de especial, ni su piel clara, ni sus manos impolutas. Sin una inocente sonrisa, sin un cabello de oro pasaba por la vida como quien va en un tren, de pie, y por la ventana mira un paisaje cambiante y efímero. Siempre perdida, en silencio, esperando...al acecho. Una sola vez me atreví a preguntarle que qué era aquello que buscaba con tanto anhelo, y cuando oí su respuesta pensé: "¿Cómo no se me ocurrió antes?". Alguien así no busca amor, libertad y aun menos fortuna. Tampoco a si misma, nada más verla sabías que se había rendido. Suzanne...no buscaba nada.

Nunca volveré a verla,...pero creo que a una mujer tan maravillosa como ella...es  mejor encontrarla sólo una vez.