jueves, 12 de febrero de 2015

Mad Alicia in Wonderland



Como el hielo se hace agua bajo el sol, así las lágrimas de Alicia parecían rio caudaloso cruzando praderas nevadas. Atrapada en su cabeza, todo le resultaba excesivamente pequeño: salidas, entradas, horas y días. Nunca nadie le enseñó a decir que no, así que cuando en su camino se cruzó un conejo blanco...simplemente le siguió.


Tras una loca carrera a través del tiempo, creída persecución por el estresado animalillo, nuestra inocente Alicia cae en lo más oscuro de su ser; un gigante negro como el carbón. Faldas que vuelan, piernas temblorosas, pelo erizado. En fin: "aquí todos estamos locos", dicen dos orejas peludas.


Sentada a una mesa llena de dulces melosos, Lolita conoce al Amor. Ella arapienta y sucia, él, caballero de hueco sombrero. Y recuerda la niña las ratas en el corredor, mientras ellos la observan con sonrisas perversas. Entonces, vuelta en sí, aquella realidad carnal que niega el principio de gravedad, le asusta y huye.


Escondida entre los rosales, la Reina echa de menos a la criada; Alicia en el horizonte es su salvación. Prometiéndole un flamenco con el pico afilado, una parra hay en un plato. La pequeña se pregunta: "¿En esto consiste el placer adulto?" ¡Qué aburrido le resulta!Volamos a otro mundo.

                                                                *****



-¿Qué te trae por aquí niña?- dice una sonrisa sobre una seta con unos grandes dientes cocosos.
- Nada en especial -responde pensativa Alicia.
-¿Estás perdida pues?-ahora ya exótico felino ruso.
-Supongo que más bien estoy aburrida.
-Por aquí entonces. Hallarás el Paraíso-acaba disolviéndose.



                                                                    *****

Este lugar se le hace demasiado familiar para estar habitado por orugas gigantes. Pero para su sorpresa lo demás es bastante real, demasiado. Prados nevados, nubes en el cielo, coral bajo el mar. Sólo dos cosas más: dos siameses entre las estrellas saludan con la mano. Son los hermanos X, famosos por un cóctel de caramelos que ahora le ofrecen a nuestra Alicia; quien ni corta ni perezosa, mete uno en la boca y...¡magia! Algo la atrapa con sus zarpas. Sus fauces, hedor a libertad, sus ojos tan verdes como los cigarros de papá. Ese pelaje digno de llamarse Morfeo.




Cada ser humano tiene su propio Tótem, su propio Ätman animal; suelen comentar voces en la niebla. El de la curiosa Alice era una pantera escandalosamente hermosa, una princesa que guiada por sus instintos decidió unirse a su amada.

                                                                 








...Dos cuerpos que se funden, dos sombras que son una, intrigas intermitentes que pestañean...