viernes, 18 de octubre de 2013

Supernova.




Dos cuerpos en la hierba mojada. La luna es azul, el misterio corre por sus venas; una interrogación en el cielo. La Maga ha clavado el paraguas amarillo en la tierra, a modo de sombrilla. Le advierto de que está roto y me mira extrañada, como si a su lado estuviera un demente en calzoncillos. Su virgo moreno, sus labios purpúreos. Me gusta su olor, tabaco de hilar y canela; la mezcla perfecta cuando hace frío en noviembre. 
Nunca la he visto sin esos diminutos diamantes, cada uno en una oreja. Supongo que es lo único que tiene y que no quiere perderlos. Pienso de pronto en si serán auténticos y ella, que ha observado todo el tiempo como los miraba, niega con la cabeza. Pero tu mirada sí lo es, no es así Mardou?. 
La Maga no sabe hablar, sus manos sí. Las mismas que acarician mi piel de madrugada. A veces suaves, otras, la mayoría de las veces, ásperas. Con dos caras: una pálida y otra morena. Una ninfa de ébano que navega por los mares, tal cual una balsa a la deriva. 
Cuando está dormida le hablo del pescador que la encontró tirada en la arena; le cuento historias de indios, hadas,...de la Isla. Esa que nadie nunca pudo pisar...allá en el horizonte. Inalcanzable, inmensa y diminuta a la vez. La gente dice que es la morada de Pandora, a quién Poseidón, el dios del mar, ha conseguido enamorar con sus murmullos. 
Mardou cree que volverá a entrar en la caja, quizás cuando muera. Un lugar oscuro, enmohecido, tóxico. Entonces gritará en silencio, el aire libre se adentrará en lo más profundo de su ser, y las estrellas estallarán en supernova.

sábado, 1 de junio de 2013

3ª CARTA.





¿Recuerdas aquel tiempo en qué fuíste estrella? No quiero decir una estrella de cine, o de moda. Sólo...un punto allá arriba, en el cielo. ¿Recuerdas qué nada te importaba porque eras...eras como la luz que se refleja en un diamante? Yo sí lo recuerdo...Fue después de pasar un tiempo,... bueno, difícil. Vasos rotos por el suelo, botellas vacías, espejos. Tú me decías todo el rato: "mira, mira a lo lejos, enfrente de ti...un día estaré allí!". Y yo te respondía con una pregunta: "¿te podré ver reflejado en mis ojos?". Luego te reías y de nuevo resbalabas, tirando contigo una copa más. Yentonces corría el wisky por el suelo como un río de lava de un volcán en plena erupción.

Ahora que te fuíste, que ya no volverás, por la noche subo a una azotea cualquiera, la del edificio más alto de toda la ciudad. Procuro que mi mirada se funda con la oscuridad, pero la mayoría de las veces no lo consigo...o ni siquiera lo intento. No quiero verte a ti. Ya nos hemos descubierto en muchas ocasiones...y hay tantas cosas! Por ejemplo, anoche encontré un cocodrilo recubierto de esmeraldas, otro día un hombre que soplaba pompas de jabón al revés,...y estas competían en una efímera carrera por el horizonte. También había arañas de colores que se mezclaban y formaban figuras extrañas. No sé, una diosa elefante, un murciélago albino, un pez colorado...¿Cómo puede ser que todo lo que me imagino en un instante vuela fuera de mi cabeza hacia el espacio exterior? ¿Acaso eres tú? Acaso estoy enloqueciendo. Pero me fastidia porque, porque son mis ideas, son mías!..Me gustaría tanto poder rescatarlas! Y es que, bueno, ya lo sabes... Debería rastrear cada palmo, cada rincón del cosmos y...y si no pues cogerlo, volcarlo sobre mi regazo, tal cual fuese un cajón desastre; e ir apartando unas cosas de otras. Los calcetines a este lado, la luna y el sol a este otro, por aquí el amanecer, el atardecer, más allá el sur, y el norte y el este y el oeste...Aunque así es mucho más difícil encontrar algo! Porque tengo un cuerpo muy delgado y el viento no corre a mí favor al llevarse de un lado a otro mis zapatillas!

En fin, qué locura ¿eh?...Creo que ya es hora de que vuelva a mi pecera.. Ojalá el aire acierte con el número de tu portal. Te quiero.

                                   
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NOTA: 

Querido señor Aire: 
estoy encima de la mesa que hay en la azotea del edificio número 77 de la 5ª avenida. Pretendo llegar a la estrella principal de la constelación de la Osa Mayor. Si como en ocasiones anteriores no la encuentra, devuélvame al primer buzón de salida situado fuera del gran universo interestelar. Gracias.



viernes, 31 de mayo de 2013

OHA



Aquella noche había bebido. Lo sé porque toda la casa apestaba a alcohol. Ella estaba sentada en un viejo sillón verde que no recordaba haber visto nunca. No me acerqué, no sabía quien era, no me importaba. Era una mujer.
Miré al fuego encendido de la chimenea, me acerqué a él en silencio y noté el vidrio de botellas rotas quemando mi piel. El fuego se alejaba constantemente, no podía llegar a él, y mis pies quemados ya casi echaban humo.
Todo era tan cálido y anaranjado que las paredes marrones se derretían como chocolate. Formaban rostros nunca antes conocidos. Gritos que no podía acallar, que no podía olvidar.

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Ella estaba sentada en el sillón verde y nuevo, que recordaba haber comprado al poco de venirnos a vivir aquí. Aunque era invierno, la chimenea permanecía apagada. Además, aquel sol brillante, enorme, se reflejaba en todas las paredes de la casa. Las habíamos pintado de muchos colores porque ella odiaba el blanco y el marrón, que según el pintor eran las gamas más utilizadas en interiores. Azules, rosas, verdes...A veces se hacía estresante, todo aquello me recordaba una y otra vez que ahora había niños gritando ahí fuera en mi jardín.

                                                       
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Pensé en cómo hubo un tiempo en que quedábamos en el café, y paseábamos por las calles vacías rodeando el mundo con nuestros brazos; en cómo el universo acababa cada noche en el boulevard... Recordé cómo fue de hermoso el día en que te fuiste.

Nunca he mirado atrás. Sólo camino hacia delante y hace sol, la gente está contenta, hay dos personas en una esquina y un gato en un portal. Eso es todo lo que importa,...y las flores.

domingo, 19 de mayo de 2013

Die dam en die liefde.


Hoy ha salido el sol, y como un pájaro dorado, se ha posado en el descuidado jardín de una casa vieja. La hierba es tan alta y espesa que cubre parte de su cuerpo. Esto al gran astro no le gusta, pues nadie debe cubrir las estrellas con un manto de seda verde. La luz, como el ser humano, necesita respirar...

Pero el jardín está abarrotado de arbustos, flores, árboles. Un sauce que baila al son de una música imaginaria, dos rosas amantes, fresas dulces vestidas con su traje rojo de fiesta. Y allí al fondo, un lago.

Entonces te acercas a él, siguiendo un camino de baldosas amarillas, y descubres a una ninfa bañándose entre las aguas cristalinas. Su rostro se refleja en cada lágrima que derrama el cielo.
El sol se ha ido para dar paso a una luna de plata, que no consigue llegar a la oscuridad plena. En cambio, sí es completamente negra la piel de esa mujer...una pequeña diosa de ébano. Su cabello se vuelve completamente liso ahora que está mojado, y sus ojos contrastan con este de una forma especial. Son grises, como el pelo de un armiño, de un lobo, de la niebla que en los días de invierno no deja ver el horizonte.

Todo es extraño cuando el tiempo se para, cuando miras a tu alrededor y la soledad te envuelve. Está  protegiéndote del peligro, del amor. Así que no temes a la ninfa que sale del agua y se dirige hacia ti. Piensas cómo le dirás orgulloso que no te puede hacer daño, y sumergiéndote en tus propios pensamientos, no te das cuenta de que la muchacha te traspasa. Crees aliviado que se ha ido, mas de pronto caes desplomado al suelo. Hay algo dentro de ti....No sabes muy bien lo qué, pero en seguida encuentras la respuesta...Estás muerto.





martes, 9 de abril de 2013

lumières dans l'obscurité (luces en la oscuridad)


Creo que jugábamos al escondite, sí...Yo, tan pequeñita de aquellas, tan poquita cosa, ya había pensado en el escondite perfecto, nadie me encontraría allí: el viejo baúl de la abuela. Lo miré un instante y vi como la podredumbre ascendía por la madera. Giré la cabeza a la derecha y luego un poco a la izquierda, o quizá al revés. Mis ojos estaban fijos en una de las esquinas, con nada de especial respecto a las otras, sólo ese trozo de terciopelo rojo...Hice lo que cualquier otro niño habría hecho, tiré de él, pero estaba atrapado. Así que levanté la tapa y desaparecí dentro de aquella caja gigantesca y mágica.

Cuando la gente ve un baúl, suele imaginarse descubriendo un tesoro dentro; joyas y oro de un antiguo barco pirata. O recuerdos increíbles que alguien había olvidado allí treinta años antes. Yo recuerdo haber pensado en estas dos posibilidades antes de meterme dentro de esa profunda oscuridad, pero, por supuesto, no encontré nada único y maravilloso. Al principio esto me decepcionó un poco, pero luego me di cuenta de que sólo necesitaba un escondite que fuera mejor que la parte trasera de una columna, y aquel sitio cubría a la perfección mis expectativas.

Estuve en silencio durante al menos diez minutos y aquel pasatiempo me empezaba a parecer aburrido y pesado, por lo que levanté la tapa para volver al exterior. Primero un pie, después el otro...Caí redonda al suelo y miré a mis "pequeños". ¿Por qué habían decidido dormirse esta vez? Estaba enfadada con ellos, cuando vi que...¡habían desaparecido! Fue una sensación, esta vez sí, increíble-mente...extraña.
Mis piernas se convertían poco a poco en largas serpientes de cascabel, a rayas y venenosas.Y lo mismo estaba ocurriendo con mis brazos y mis labios. ¿Qué me estaba pasando? ¿De qué iba todo aquello? ¿Dónde estaban los demás niños? Las culebras me arrastraban hacia el baúl y los gusanos que formaban mi boca eran cada vez más rojos y dibujaban sonrisas sin permiso. Pensé que caería en un agujero dentro de aquel baúl, como Alicia, que después este se hundiría en sí mismo. No sé, en muchos cuentos las personas desaparecen bajo el suelo o se caen dentro de un pozo, así que fue eso lo que imaginé que pasaría...

Pero seamos realistas, los agujeros no se meten en cajas de madera fijas en el suelo. A no ser que la caja esté agujereada, pero yo no estoy hablando de eso, me refiero más bien a las "madrigueras". Lo que si hay son sombras chinas, dudas pintadas de negro. Yo las vi y toqué mientras las culebrillas bailaban en el aire. El tacto era como de terciopelo, quizás el mismo que había estado persiguiendo hacía ya un rato...Entonces algo cayó sobre mis trenzas y el silencio se sentó a mi lado. Miré arriba, estaba lloviendo. Agarré la mano del silencio como si la vida me fuese en ello y le hice mirar al techo. Había venido él y había empezado a llover...No me gusta la lluvia, pero aun menos esa especie de purpurina gelatinosa.

"¡Maldito!, nos estábamos acostumbrando a todo esto y viniste a fastidiarnos, dijeron mis labios sibilantes, nosotros también nos hemos mojado y la purpurina no se puede despegar de la piel".

Aquellas fueron "mis" últimas palabras, porque tras esto los dos gusanos entraron en mi nariz y esta se deshizo con ellos. "Ahora que sólo tengo ojos y pelo...no podré volver a cantar... pensé, "te había compuesto una canción....aunque realmente te odie". 

Me levanté y me quise ir, pero olvidé que no podía. Las paredes me querían comer y brillaron mucho para que cerrase los ojos y no viera lo que me hacían. Pero yo me resistía y los abría cada vez que podía, porque no me dan miedo los gigantes devoradores de niños; aunque lleven trajes de bombillas.Todo era muy extraño...oía murmuros todo el tiempo a mi alrededor y me preguntaba de donde salían; pero no podía preguntárselo a nadie...Y de repente todo se apagó. Solamente quedaron diecinueve luceros que se enrollaron en mis brazos y se pegaron como lapas.

Exactamente, de allí venía la voz. La voz que ahora te canta esta canción.










sábado, 2 de marzo de 2013

SUZANNE.

Suzanne estaba en la parada del bus, que era a donde iba siempre desde hacía unos meses. Siempre le tocaba esperar...una hora, tal vez dos...Pero no le importaba demasiado, porque tenía un buen abrigo que le llegaba hasta los pies y bastante paciencia. En aquella parada estaba toda su vida, todos los días conocía a alguna persona con algo interesante que contar, aunque la mayoría de las veces no les escuchase demasiado. Y, claro, luego cuando te quería contar todas esas historias se hacía un lío y mezclaba todo. Paseaba despacio de un lado a otro, en una perfecta línea recta imaginaria y lo hacía de una manera tan elegante que más que andar o, incluso bailar, parecía que volaba. Después se sentaba en el banco de la marquesina y de nuevo sus ojos se sumergían en aquel desierto oscuro...las noches en París. Por supuesto ella no era de allí, y, de hecho, aquella ciudad se le hacía inmensa. Las panteras no suelen vivir en sociedad...Suzanne era como ellas, pero con unos ojos que sin duda alguna superaban en belleza a los de cualquier otro animal. Los cantantes, los poetas, y muchos otros hombres de artes se suelen fijar en los ojos verdes y a veces hablan también de algunos grises "aperlados"...Yo, que ni soy poeta ni compositor ni mucho menos un artista, yo, que sólo paseo por caminos estrechos y oscuros siguiendo las confidencias  que las estrellas dejan a mi paso...hablo de ojos ciegos, caleidoscópicos, eternos e invisibles. Un Aleph en cada uno, un mundo que nadie quiere conocer. Tan cargados de ira, odio, lujuria,...miradas prohibidas en el Paraíso. Aquella chica apenas era real si no seguías su mirada siempre hacia el horizonte...tan borroso en días de calor. No tenía nada más de especial, ni su piel clara, ni sus manos impolutas. Sin una inocente sonrisa, sin un cabello de oro pasaba por la vida como quien va en un tren, de pie, y por la ventana mira un paisaje cambiante y efímero. Siempre perdida, en silencio, esperando...al acecho. Una sola vez me atreví a preguntarle que qué era aquello que buscaba con tanto anhelo, y cuando oí su respuesta pensé: "¿Cómo no se me ocurrió antes?". Alguien así no busca amor, libertad y aun menos fortuna. Tampoco a si misma, nada más verla sabías que se había rendido. Suzanne...no buscaba nada.

Nunca volveré a verla,...pero creo que a una mujer tan maravillosa como ella...es  mejor encontrarla sólo una vez.