En todos los tejados de la ciudad hay un hombre tocando el piano. Cada nota que toca, negra, blanca o azul, sale volando al espacio exterior; y lo que un día llamamos infinito ha sido remplazado por la nada y la soledad. ¿Que cómo sé todo esto? Bueno, yo soy ese hombre.
Todavía recuerdo la noche en que todo cambió, el momento en el cuál la luna y el sol se unieron en sagrado matrimonio. Fue extraño, pues al mismo tiempo que las almas ardían de calor, los cuerpos tiritaban de frío; y cuando tus labios saboreaban la oscuridad más perpetua, tus pupilas eran dos bolas de fuego incandescente. Sólo si los cerrabas podías sentir la paz del que se va, para no volver.
De esta manera todo cambió desde que me abandonaste. Ese collar de plata que siempre llevabas al cuello, tu piel blanca y suave a la que no me podía resistir...Ahora mis manos están en continuo desasosiego y mi piano desafinado. Mas nunca dejaré de tocar, porque la bestia puede al hombre; pero la música puede al hombre y a la bestia.
El cielo se mostraba
"Cuando llegue el momento, me sumergiré en el firmamento y todo volverá a tener sentido" |
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